La Praga de Albert Einstein

El verano pasado escribí la siguiente entrada en la que os contaba lugares de Zurich relacionados con la estancia de Einstein y Marić en esa ciudad.

Este mes he visitado Praga. Y toca entrada nueva relacionada con el físico que representa, como ninguna otra persona, el paradigma de Genio.

Trabajo en Praga

¿Por qué Einstein se trasladó de Zurich donde tenía un puesto de profesor extraordinario de Física Teórica a la oscura y sucia Praga?

Por lo que todo el mundo: por la pasta.

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Fueron motivos económicos los que impulsaron a Einstein a aceptar el trabajo en Praga.

Además puede que un cambio de aires le fuera bien a su matrimonio con Mileva. El matrimonio hacia tiempo que había perdido la magia y ardor que emanan las cartas de enamorados que intercambiaron cuando la vida bohemia de ambos estaba en su apogeo. Ahora sí que iban a llevar una vida en Bohemia. Literalmente.

En Abril de 1910, Einstein comentaba en una carta a su madre que había recibido una oferta para ser catedrático en otra Universidad con un considerable mejor salario (de hecho, el doble: 600 coronas frente a los 4500 francos de la EHT de Zurich).

La oferta era de la Universidad alemana de Praga. La Praga de esa época era un hervidero donde convivían checos, alemanes y judíos en círculos que rara vez se relacionaban.

Para la plaza de catedrático el consejo universitario presentó a Albert Einstein y al físico checo Gustave Jaumann. Einstein era el primer candidato, pero el Gobierno austriaco (Praga pertenecía al Imperio Austrohúngaro en esa época) no quería que un extranjero ocupara la plaza y se la ofreció a Jaumann. Pero  el despecho por no haber sido la primera opción del mundo universitario le hicieron renunciar a aceptar la plaza. Los motivos que adujo fueron que la Universidad alemana prefería la simple modernidad (Einstein) al mérito (él mismo). Así que Einstein fue el elegido por incomparecencia o renuncia del otro candidato.

Una de las condiciones para hacerse cargo de la plaza era que debía renunciar a su nacionalidad y aceptar la austriaca. Einstein no aceptó.

El gobierno tragó. Al fin y al cabo Einstein ya empezaba a brillar en el ámbito académico…

Pero había otro requisito impuesto por el emperador Francisco José (sí; el de Sisí Emperatriz). Según el anciano emperador cualquier profesor que diera clases en el Imperio debía profesar alguna de las religiones reconocidas. No importaba cuál.

Y claro… Einstein no es que fuera un hombre muy religioso y desde su juventud no practicaba públicamente ninguna religión.

El emperador no quería ateos ni agnósticos formando a la juventud austriaca. Y aunque no tuvo que dar una prueba de fe, cumplimentó el formulario de acceso al puesto de catedrático indicando que profesaba la religión «mosaica» (mosaica por ser la religión de Moisés).

Residencia en Praga

No duró mucho la familia Einstein en el primer apartamento. Parece que los continuos llantos de su hijo pequeño, Eduard, incomodaban a los vecinos y se trasladaron a la que sería su residencia durante toda la estancia en Praga.

Un apartamento de tres habitaciones en el barrio de Smíchov, en la orilla izquierda del río Moldava. El apartamento estaba en el entresuelo de este edificio, magnífica muestra de Art-Decó. Él y su familia pudieron disfrutar por primera vez de luz eléctrica y dado que el sueldo era notablemente mayor que en Zurich, contrataron una criada interna.

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Vida social en Praga

Al poco de llegar a Praga, Einstein ya se formó una opinión de la sociedad local:

«No son personas con sentimientos naturales sino carentes de sentimientos y con una peculiar mezcla de condescendencia basada en clase y servidumbre. sin ningún tipo de buenos deseos hacia las demás personas».
Carta de Einstein a Michele Angelo Besso del 13 de Mayo de 1911.

Está claro que no hizo muchos amigos allí.

Pero aún así frecuentaba algunos lugares en fiestas y reuniones sociales.

Uno de esos lugares era el Café Louvre.

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La vida nocturna de Praga ofrecía a Einstein la interacción social que no encontró en el ambiente académico. Frecuentaba la casa de Bertha Fanta, una especie de maelstrom (que no gravitatorio) en cuya casa se reunía la intelectualidad judía en tertulias culturales en las que, a veces, acudía un joven apocado funcionario checo que más tarde cogería cierta fama: Franz Kafka. Uno de los mejores amigos de aquellos días, Max Brod, años después,  reflejó a Einstein en uno de los principales papeles de su obra El camino de Tycho Brahe hacia Dios. Albert era el reflejo del taciturno Kepler, siempre ensimismado en sus pensamientos.

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Einstein impartió clases a un reducido grupo de alumnos en Viničná Street 7, que ahora alberga la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad.

Tenía una curiosa vista desde su despacho. un parque en el que por las mañanas solo había mujeres y por la tarde solo hombres que se movían como poseídos por un movimiento browniano (que él había acertado a explicar en uno de sus artículos del Annus Mirabilis de 1905).

Pero no eran átomos lo que se movían por el parque, sino los internados en el manicomio de Praga cuyo patio se divisaba desde su despacho…

Mi visita a este edificio tiene una anécdota que pudo acabar como la primera vez que visité Praga (me quitaron el pasaporte).

Mi sombra fue mi única compañera mientras recorría la interminable tapia del antiguo hospital psiquiátrico. Era una sombra indecisa. A veces me adelantaba y luego se retrasaba.

Era de noche cuando llegué al edificio de la Facultad de Biología.

En el exterior no había nada que recordara que en algún tiempo esa había sido la Facultad de Físicas y que allí alguien imaginó que la luz se curvaba.

La puerta estaba cerrada. Solo algunas ventanas iluminaban la calle.

Ya pensaba que me iba a ir sin ver el interior cuando, estando en el quicio de la puerta, alguien salió.

Mi mano le ayudó a abrir la puerta y tras un correcto saludo en inglés, entré en el edificio.

Nada más entrar, en el hall, veo la placa conmemorativa. ¡Prueba conseguida!

Hora de volver. Me dirijo a la puerta para salir y ¡Oh, sorpresa! Está bloqueada y hay un lector RFID para abrirla.

No hay nadie en la conserjería. No hay nadie alrededor. Me encuentro solo y encerrado en una vieja Facultad.

Me veía encerrado toda la noche. Y seguramente una amonestación por colarme en el edificio.

Tras esperar un rato a que saliera o entrase alguien, empiezo a deambular por los pasillos buscando a quien pudiera abrir la puerta.

Nadie en la primera planta. Entonces recuerdo que en la fachada había una luz en la segunda planta. Me armo de valor y subo la escalera que antaño subió la persona por la que he venido hasta aquí.

Encuentro a un checo en un despacho de la primera planta.  Probablemente estaba haciendo horas adicionales para avanzar en su tesis doctoral. 

Le cuento la historia. Se parte de risa. Nos reímos juntos.

Y se sorprende de los sitios que hay en Praga relacionados con Albert Einstein.

Me abre la puerta. Dejó atrás el horizonte de eventos… 

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Efectivamente las farolas de la calle proyectaban mi lado oscuro en la acera.

Aportaciones científicas en Praga

Además de sus clases en la Universidad, Einstein impartió varias Lecturas en el Clementinium, antigua universidad de Praga.

Imagino al joven profesor (en aquella época tenía 32 años) acudiendo a la biblioteca eslava consultando el Principia Mathematica de Isaac Newton.

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Biblioteca barroca en el Clementinum, antigua Universidad de Praga.

La estancia en Praga de Einstein fue productiva desde el punto de visto científico. Escribió 11 publicaciones, 5 sobre radiación y teoría cuántico de sólidos.

Es en Praga donde Einstein tuvo una de esas ideas brillantes. Uno de sus Gedankenexperimente, es decir, experimentos mentales en los que usando únicamente la imaginación investigaba la naturaleza del cosmos.

Él mismo manifestó que allí se percató que el Principio de Equivalencia, que había intuido en Salzburgo en 1908, implicaba la desviación de los rayos de luz cuando pasan cerca del sol. Pero no solo eso, también en Praga imaginó que la luz sufriría un desplazamiento al rojo en un campo gravitatorio intenso como el del sol, puesta de manifiesto en las líneas espectrales.

En el siguiente vídeo se cuenta cómo Einstein se percató de algo que a los demás nos hubiera resultado irrelevante pero que a él le sirvió para enunciar el  Principio de Equivalencia y de él desarrollar la Teoría General de la Relatividad.

Todo esto quedó plasmado en el  artículo «Sobre la influencia de la gravitación en la propagación de la luz», escrito durante su estancia en la ciudad y que fue publicado en Annalen der Physik en 1911.

En dicho artículo expone que sus ideas podían ser verificadas en un experimento midiendo la distancia angular entre el sol y una estrella lejana cuyos rayos de luz pasen por las cercanías del sol. El efecto del campo gravitatorio aumentaría aparentemente la distancia entre ambas un segundo de arco.

En la primera edición (1923) en Checoslovaquia de su famoso libro de Divulgación «Sobre las teorías Especial y General de la Relatividad» escribe:

[…] En las tranquilas salas del Instituto de Física Teórica de la Universidad Alemana de Praga descubrí que el principio de equivalencia implica la desviación de los rayos de luz cerca del Sol en una magnitud apreciable […] En Praga también descubrí el desplazamiento hacie el rojo de las líneas espectrales. […]

En Praga también inicio los primeros contactos con Erwin Freundlich, astrónomo del Observatorio de Berlín para comenzar el proyecto de medir las diferencias en las posiciones aparentes de estrellas que se encontraran en las cercanías del sol durante un eclipse.

[…] Estaría encantado si usted desease abordar esta interesante cuestión. […] una coa puede afirmarse con seguridad: que si tal desviación no existe, las suposiciones de la teoría no son correctas.[…] la Naturaleza no se preocupa por hacernos fácil el descubrimiento de sus leyes.

Carta de Albert EInstein a Erwin Freundlich de 1 de septiembre de 1911.

Freundlinch inició una expedición a Rusia para verificar la teoría de Einstein durante el eclipse de 21 de Agosto de 1914. Pero en eso que va y empieza la Primera Guerra Mundial. La expedición ya estaba en territorio ruso (y eran alemanes). Fue detenido  y encarcelado, todo su equipo confiscado (llevar telescopios en tiempos de guerra resulta sospechoso).  Se perdió la oportunidad de verificar las teorías de Einstein y hubo que esperar hasta acabada la guerra (La famosa expedición de Eddington al eclipse de 29 de Mayo de 1919).

Durante su estancia en Praga, Einstein es invitado al Congreso Solvay . El típico congreso para darse renombre de un multimillonario (Ernest Solvay) que quiere devolver a la sociedad algo de lo que ha obtenido  (algo muy típico en los países latinos 🙂

Einstein fue el más joven de los 32 insignes físicos y física que se reunieron en el Hotel Metropol de Bruselas.

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Primer Congreso Solvay. 1911. Mucha materia gris…

No entraré en la aportación de Einstein al Congreso (cosas de la cuántica) sino que me quedaré con una anécdota.

La única mujer del Congreso, Marie Sklodowska-Curie, viuda hacía cinco años, vivía una relación con Paul Langevin (el primero por la derecha en la foto). Una relación que se hizo pública por un periódico de París que robo las cartas que se intercambiaban. ¡Cartas de amor, un placer olvidado en la sociedad actual!

Imaginaos cómo aquellos científicos de principios del siglo XX hablaban de aquello.

Einstein fue de los pocos que apoyó a Marie. De hecho, tras el Congreso, le escribió una carta en la que decía:

[…] estoy tan enfadado por el modo vil en que actualmente la opinión pública se atreve a meterse con usted […] Me siento obligado a decirle cuánto he llegado a admirar su intelecto, su empuje y su honestidad […] Si la chusma continúa metiéndose con usted, simplemente no se moleste en leer esas tonterías, déjelas para los reptiles para los que han sido inventadas.
Carta de Albert Einstein a Marie Curie de 23 de Noviembre de 1911.

Aunque en otra carta que dirigió a unos de sus amigos no fue tan cortés:

[…] Ella es una persona honesta y nada pretenciosa, con una brillante inteligencia. […] Pese a su apasionada naturaleza, no es lo bastante atractiva como para representar un peligro para nadie.

Carta de Albert Einstein a Heinrich Zangger de 7 de Noviembre de 1911.

 

En Primavera de 1912, viajó de Praga a Berlín, solo. Y ahí conoció a la que sería su segunda mujer: su prima Elsa Einstein. El principio del fin de la convivencia con Mileva y sus dos hijos, Eduard y Hans Albert .

Cuando Einstein regreso a Praga empezó una correspondencia epistolar, algo que le encantaba al físico. Y, claro… Pero eso ya no pasó en Praga.

A la par que la fama de Einstein crecía, su familia se desintegraba.

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Busto de Einstein en su residencia de Praga.

El 25 Julio de 1912, la familia deja Praga para regresar a Zurich para reingresar en el politécnico (ETCH). Al año siguiente,  a finales de 1913 sería elegido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias a la que se incorporaría en 1914.

Visita guiada a Praga

Hice un par de visitas guiadas en Praga.

Cuando le pregunté al guía por lugares relacionados con Einstein en la ciudad me miró sorprendido y me dijo que había una cadena de Pizzerías con ese nombre.

logoEl homenaje más reciente al insigne científico en Praga es esta placa de la calle que lleva su nombre.

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Creo que además de contar las historias de Jan Hus, Jan Žižka y los reyes Carlos, Wenceslao y Rodolfo, bien merece la pena contar algo de historia científica y de sus protagonistas. Porque de Tycho Brahe y Johannes Kepler pasaron muy de pasada. Incluso en la explicación del reloj astronómico (tercera atracción turística de Europa más decepcionante, según el propio guía).

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Reloj astronómico de Praga.
Igual me animo a contar su historia y cómo funciona.

Mi amigo Sheldon Pintero también vino a Praga. Y podemos decir que perdió la cabeza alli.

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Sheldon Pintero en el Café Louvre.

Documentación

  • Einstein. Su vida y su universo. Walter Isaacson. Editorial Debate. ISBN: 978-84-306-788-8
  • Las vidas privadas de Einstein. Roger Highfield y Paul Carter. Espasa Calpe. ISBN: 84-239-2282-0
  • Albert Einstein. Su vida, su obra y su mundo. José Manuel Sánchez Ron. Drakontos-Planeta. ISBN: 078-84-9892-897-6

 



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