Todo empezó durante el visionado de la película «Misterio en Venecia» en las salas de CINESA Manoteras en Madrid. En una de las escenas se intuía un fresco sobre una de las paredes de la casa donde transcurre la acción principal de la película de Kenneth Branagh.
Eran escasamente unos retazos de tintes descoloridos, casi en la penumbra, que apenas dejaban entrever la escena que el pintor plasmó en la pared.
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